El grado de incapacidad permanente y la cuantía de la pensión influye directamente a la hora de acceder a la jubilación
La pensión por incapacidad permanente es una de las pensiones contributivas que están contempladas en el sistema de la Seguridad Social, al igual que ocurre con la pensión de jubilación. En el caso de la prestación por incapacidad permanente, esta tiene la finalidad de cubrir la pérdida de ingresos que sufre un trabajador a causa de una lesión o enfermedad ya que anula o reducce su capacidad laboral.
Así, la normativa de la Seguridad Social aclara que las pensiones de incapacidad permanente y jubilación procedentes del mismo régimen son incompatibles. No obstante, puede darse el caso de una persona que tiene derecho a percibir la pensión de incapacidad permanente y también la pensión de jubilación. Ante esta situación, el ciudadano deberá escoger una de las dos pensiones que ofrece la Seguridad Social en estos casos.
Es decir, el ciudadano con derecho a ambas pensiones llega a la edad de jubilación cobrando una incapacidad permanente, debe seleccionar entre seguir cobrando la incapacidad permanente o pasar a cobrar la pensión de jubilación. La decisión no siempre es sencilla, y es necesario analizar cada caso de forma particular.
Paso de la incapacidad permanente a jubilación
Normalmente, el ciudadano se decantará por percibir la pensión que mayor beneficio económico le deje. No obstante, no existe una regla única para optar por la incapacidad permanente o por la jubilación. Hay que tener en cuenta diferentes factores, entre ellos, el grado de incapacidad reconocido por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS).
Los beneficiarios de una pensión de incapacidad permanente total perciben un 55% de la base reguladora. En caso de encontrarse en situación inactiva en el ámbito laboral y tener al menos 55 años, el porcentaje puede aumentar al 75%, conociéndose esta situación como incapacidad permanente total cualificada.
La incapacidad absoluta es equivalente a una pensión del 100% de la base reguladora. Por su parte, la Gran Invalidez es una pensión equivalente también al 100% de la base reguladora, aunque se añaden una serie de complementos económicos ante la necesidad del ciudadano de contar con la ayuda de terceras personas para las labores básicas de la vida.
Influencia del grado de incapacidad
Para una persona que cobra una pensión de incapacidad permanente absoluta o pensión de invalidez, siempre va a ser más beneficioso (en la gran mayoría de los casos) seguir percibiendo la pensión de incapacidad, ya que la cuantía es del 100% de la base reguladora o incluso superior. No obstante, siempre es importante analizar cada situación de manera individual y particular.
En el caso de la incapacidad permanente total la cosa cambia. Si se llega a la jubilación con una pensión de incapacidad total del 75% de la base reguladora, podría ser más conveniente seguir cobrando pensión de invalidez. En caso de llegar con una pensión del 55%, por norma general, siempre será más adecuado optar a pasar la pensión contributiva de jubilación que corresponda.
Como conclusión, los expertos aclaran que se debe analizar cada situación de forma detallada antes de decantarse por la pensión de incapacidad permanente o jubilación, en caso de que la persona tenga derecho a ambas y no exista compatibilidad. Lo que sí es seguro, es que a partir de ese momento, la pensión que se elija pasará a tener consideración de pensión de jubilación para el sistema español.
Fuente de artículo: https://www.tododisca.com/como-influye-grado-incapacidad-permanente-acceder-jubilacion/
Autor: Alejandro Perdigones
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